lunes, 15 de abril de 2013

Alejandra Pizarnik vista desde varios ángulos


El presente artículo planea abordar algunos pasajes de la vida de la poeta argentina Alejandra Pizarnik desde los cuatro modelos de escritos biográficos existentes: etnográfico no-participativo, entrevista emancipatoria, etnográfico participativo y ficción no-participativo. Hemos optado por acercarnos sólo a algunos pasajes de su vida que serán distintos en cada uno de los modelos biográficos por considerar que narrar los mismos sucesos en cada apartado sería repetitivo además que de los datos biográficos netos hemos dado cuenta en una entrada anterior de este blog. Así pues: 

Etnográfico no-participativo:
Sabemos, gracias a Freud, que la infancia es la etapa esencial de configuración de la personalidad en el sujeto (“Infancia es destino”). De acuerdo con el padre del psicoanálisis, lo que acontezca en los primeros años de vida determinará el desarrollo del individuo más de lo que hará lo que venga después. En otras palabras, los sucesos de la vida adulta son una consecuencia de lo que previamente ha trazado la niñez. En el caso de la poeta Alejandra Pizarnik existen varios acontecimientos de su infancia que podrían ayudarnos a comprender en cierta medida su visión del mundo, uno de ellos es el modo en que su familia, junto con Alejandra, se asumía ante la sociedad en la que se movía.  Es decir, qué tanto fue determinante para nuestra biografiada la condición de inmigrantes judíos de sus padres en Argentina, cómo la afectaba. Elías y Rejzla Pizarnik llegaron al país sudamericano en la década de los 30’s, años en los que, según Marcela Valente (2005), se dio una importante afluencia de población judía que intentaba escapar del Holocausto ingresando, legal o ilegalmente, a Argentina. Y aunque lo anterior podría interpretarse como que el país estaba ofreciendo asilo político a los perseguidos por el Tercer Reich, tal postura cambió o se definió en 1938 con la circular número 11, documento estrictamente confidencial en el que se ordenaba se prohibiera el ingreso al país de personas de origen judío: “los Cónsules deberán negar la visación - aún a título de turista o pasajero en tránsito - a toda persona que fundadamente se considere que abandona o ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera que sea el motivo de su expulsión”. De esa manera, el gobierno empezó a endurecerse contra los inmigrantes, principalmente contra los judíos que eran quienes más necesitaban abandonar Europa para refugiarse en otros continentes. Ahora bien, Alejandra Pizarnik nace en 1936, dos años antes de que aparezca la circular 11 pero, seguramente, durante su infancia sufrió los estragos xenófobos ocasionados por la orden ya que en el documental Memoria iluminada (6: 33 min.) se narra brevemente cómo la familia Pizarnik fue recibida por una bomba de alquitrán a la entrada de su casa en la calle de Lambaré, en Avellaneda, por el simple hecho de ser judíos. Y si a eso sumamos que luego de ser emitida la circular, el ingreso de judíos a Argentina pasó de 4919 en el año de 1938 a 1 en 1944
 tenemos un ambiente hostil para dicha comunidad. Eso por un lado, por otro, tanto Alejandra como su hermana mayor Miriam debieron experimentar desde muy pequeñas la melancolía que invadía a su madre, quien no podía superar el hecho de haber tenido que abandonar su hogar en Europa del Este a causa de la 2GM  y con ellos la pérdida del resto de su familia.
La condición de inmigrantes de sus padres debió marcar la infancia de Alejandra por las razones que ya expusimos arriba y por las consecuencias que éstas conllevaban como el problema de Elías y Rejzla Pizarnik para enfrentarse a una lengua ajena, a una sociedad distinta, al aislamiento que se les imponía y la añoranza. Probablemente a ello se deba el sentimiento de Alejandra de no pertenecer a ningún lado:
Heredé de mis antepasados las ansias de huir. Dicen que mi sangre es europea. Yo siento que cada glóbulo procede de un punto distinto. De cada nación, de cada provincia, de cada isla, golfo, accidente, archipiélago, oasis. De cada trozo de tierra o de mar han usurpado algo y así me formaron, condenándome a la eterna búsqueda de un lugar de origen.

Entrevista emancipatoria
:
E: ¿De dónde le viene a usted esa pasión por las letras, por la escritura?
A.P.: La literatura, antes que nada, es una necesidad, una necesidad de buscarse a uno mismo, también de sacar ciertas cosas, de hablar. Pero, ¿te refieres a si en mi familia hubo una tradición de lectura? 

E: Sí, hacía ahí quisiera orientar mi pregunta.
A.P.: Bueno, nosotras de chicas leíamos mucho, mi hermana y yo pues mi mamá nos compraba libros para que no nos aburriéramos en casa; pero no, creo que en mi casa no había una tradición de lectores como tal simplemente, yo fui encontrado la literatura como una especie de predestinación a ella. Quizá uno de los primeros mentores que tuve fue mi profesor del bachillerato, Juan Jacobo Bajarlía, 

E: Alejandra, cuando uno lee la poesía de usted, el yo-poético siempre se nos presenta como un yo incompleto, que busca incesantemente poder constituirse de modo más uniforme y ordenado. ¿A qué crees qué se deba? 
A.P.: Bueno, yo creo que el sentimiento de estar incompleto es una constante en todo ser humano, una sensación de no estar terminado; pero es verdad, yo tengo una obsesión por tratar de rehacerme de un modo más ordenado, tengo la impresión de estar siempre constituyéndome de modo caótico y eso me obliga a revisar una y otra vez. Donde más me busco es mi poesía, en el lenguaje... Estoy buscando la perfección de la palabra y eso puede verse en mis diarios, por ejemplo, en la entrada del 6 de marzo de 1964, digo: “Busco una forma definitiva, un estilo simple y correcto de decir las cosas.”... Y por otro lado la desesperación de no conseguirlo, de no poder que frustra mis proyectos literarios y me ha llevado a destruir mucho de lo que he escrito aunque creo que esa es una constante de cualquier persona de busca escribir.

E: Y ahora que menciona usted los Diarios, ¿cómo surge esa idea de escribirlos?
A. P.: Bueno, es un proyecto que comenzó desde la década de los 50’s a partir de la necesidad, apremiante en mí, de escribir, luego, después de mi regreso de París en 1964, comencé a acariciar el proyecto de publicar los diarios como un texto que pudiera dar cuenta de la labor de la escritura entonces regresé a ellos y comencé a rehacerlos, a editarlos modificándoles algunas cosas, suprimiendo otras que no tienen mucho que ver con la labor literaria sino con mi vida íntima...

E: ¿Y está usted contenta con la publicación final de éstos, con la edición que realizó de ellos, Ana Becciu para la editorial Lumen?
A.P.: Ammmhh... lo cierto es que no se habla mal de un muerto (risas), quizá eso sea lo bueno de la muerte que a todos nos inviste de una cierta dignidad que, como escritores, nos hace intocables. La muerte y la presión que la familia ejerce sobre nuestra memoria y obra. Quizá sea la familia la más preocupada en conservar intacto el nombre de uno. Hay datos de los diarios que fueron eliminados o distorsionados por mí, otros por mi familia y finalmente por Ana pero eso pasa en todo texto literario, nunca se tiene el texto original, tal y como se escribió por primera vez sino que se obtiene un texto que es resultado de un proceso de escritura y reescritura. 

Etnográfico participativo: 
Este apartado dedicado, como los anteriores, a tratar de reconstruir la persona de Alejandra Pizarnik, es un ejemplo del modelo Etnográfico participativo, el cual, a diferencia de los otros, se apoya en lo que la poeta le confió a sus amigos más íntimos. El modelo responde a lo que el biografiado contó al biógrafo, en nuestro caso, sólo hemos conocido para Pizarnik por medio de su obra por lo que recurriremos a lo que la escritora dijo a su amiga Ivonne Bordelois, así como a las impresiones que ella tuvo de Alejandra.
En 1954, luego de concluir sus estudios en el bachillerato, Alejandra Pizarnik se matriculó, para sorpresa de su familia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ahí comenzó los cursos que para 1957 abandonaría irremediablemente dejado trunca la carrera. De acuerdo con lo que Pizarnik dijo a su amiga Ivonne Bordelois, y lo que ella pudo concluir, en la universidad, Alejandra descubrió que la formación que las instituciones educativas le ofrecían no era el saber que ella estaba buscando pues la universidad estaba basada en un saber más sistemático, más rígido al que la poeta no puedo someterse pues lo que ella dijo a Bordelois fue que lo que buscaba en la universidad era simplemente una guía sobre los autores existentes, así que al abandonar la universidad optó por volverse autodidacta y comenzó a leer a los poetas que le interesaban, especialmente a los simbolistas franceses.

Ficción no-participativa: 
25 de septiembre de 1972
Desde finales de 1970, la idea de la muerte en la mente de Alejandra Pizarnik se hace más constante, tan constante que se vuelve insoportable. Es la época en que “se aísla o la marginan” todos sus amigos en Buenos Aires, y Cortázar, él está lejos, en París, por eso aunque le escribe el 9 de septiembre de 1971 para tratar de rescatar, de retardar  sino es que de rechazar la idea de la muerte, no lo consigue: “¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta de que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza- y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte”. En tanto, en su casa, Pizarnik piensa piensa tratando de encontrar una explicación a esa soledad, busca culpables sin hallarlos. Quizá la razón se encuentre en la misma necesidad de afecto y protección que buscó en sus amigos y en sus amantes, una necesidad que se convertía en demanda de compañía y de atención extenuantes y que terminó por alejarlos. Lo cierto es que ahora está sola, teniendo como único interlocutor a sí misma y al lenguaje; sin saberlo, Pizarnik ha caído en su propia trampa pues siempre buscó la precisión del lenguaje, la palabra que fuese capaz de expresar de modo contundente lo que la poeta sentía y ahora está a merced de ella. Es la palabra quien determinará la suerte de la escritora. De tanto pensar en la muerte, atrincherada en su departamento del que hace semanas que no sale ni para comer o para distraerse, la fobia a la muerte se va convirtiendo en una pérdida del temor, ya no la asusta, al contrario, ahora la idea le parece tan impostergable, como la consecuencia lógica del caminar: un paso nos lleva a otro y a otro. Y como está sola, ninguna otra voz puede persuadirla de lo contrario ni los regaños cariños de Cortázar, su amigo; por eso pasa las tardes imaginando, planeando una forma efectiva de morir. Desde hace un tiempo viene ideando un modo, ha considerado la posibilidad de ahorcarse o de sumergirse en la tina de baño y entre espasmos y la mirada gelatinosa del agua ver cómo se va consumiendo, como va dejando de necesitar el aire. A finales de 1972, sus intentos han ganado la desconfianza de algunos de sus amigos que la han internado en el hospital psiquiátrico Pirovano pero ella sabe que el Pirovano sólo es la antesala del lugar al que quiere llegar.  Alejandra ya no protesta, ya no da muestras de querer matarse, ahora, trata de ganarse la confianza de amigos y médicos, convencerlos de que ha renunciado a su idea de la muerte, tranquilizarlos. Así, convencidos, la dejan salir a dar una vuelta, es el 25 de septiembre de 1972, Alejandra se ha hecho de una fuerte dosis de seconal que le garantiza un éxito seguro a su empresa y así es, Alejandra consigue huir ese día, no sólo del hospital también del mundo.

Documentos consultados:
Goñi, Uki en http://ukinet.com/circular11/index.htm
Pizarnik, Alejandra. Diarios. Lumen, Barcelona, 2003.
Valente, Marcela. Argentina: grietas nazis en el pasado encubierto. 2005
Venti, Patricia en http://patriciaventi.blogspot.mx/search/label/entrada%20diario

Videos:
Molina, Virna y Ernesto Ardito. Memoria iluminada. 1: 43: 11 hrs.

3 comentarios:

  1. El acercamiento que haces de la vida de Pizarnik desde la óptica de Freud es un gran acierto, ya que pones al descubierto los fantasmas de la niñez de esta autora. Me gusta tu estilo y la forma en la que abordas cada una de las formas de escribir una biografía, alentando a la lectura de la obra de Alejandra.
    Saludos.

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  2. Hay una gran claridad en el texto, buena redacción, se redescubre la vida de una escritora marcada por una guerra y por el rechazo y la soledad. DAN GANAS DE LEER SU OBRA Y BUSCAR ESOS DETALLES.

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  3. Etnográfico no participativo: interesante la inclusión de Freud, también el documento histórico .
    Algunos errores ortográficoas: cuidado.

    Etnográfico participativo: No hay intervención de la tal Bordelois, ella debe ser parte creativa, responsable teórica de la obra.

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